LA DIGNIDAD DEL OCIO

Biel Moll, Mallorca

14 de febrero de 2022

Está claro que ante las dificultades de la supervivencia el ocio transmuta de manera inmediata en un asunto no prioritario. Pero en este escenario hay una carta escondida. La cosa no es tan simple como pueda parecer a simple vista. El peso de la supervivencia es incapaz de convertir el ocio en un   tema prescinbible de manera permanente.  Quien ha comprendido muy bien este hecho ha sido   la industria, cómo no.

Ocuparse del ocio cómo si fuera un asunto superfluo es errar el tiro.¿De dónde sale la fuerza del ocio?  Cabe preguntarse qué tipo de  aliento es capaz de generar un motor como éste,  con presencia suficiente para convivir con la supervivencia y, en ocasiones, hasta florecer entre las arideces y sudores de ganarse el pan. No busco la respuesta en una definición perfectamente delimitada ni tampoco en la etimología, sino que contemplo el ocio como el resultado de historias entrecruzadas que vienen de muy lejos.

Considero que en la base del ocio encontramos una constelación de elementos que han emergido durante el proceso de hominización y que, a su vez, lo han hecho posible. Creo que el ocio está emparentado con  fenómenos como la empatía, el amor, la comunión, el juego, la curiosidad, la acción sin finalidad clara, la dimensión afectiva, el vínculo sensorial con el entorno, la ampliación de los límites del yo, la regeneración mediante el exceso, el placer, el uso de la imaginación para relacionarse con el mundo…No se trata de una lista exhaustiva pero sí indicativa de mi posición. Teniendo en cuenta estos ingredientes afirmo que la fuerza del ocio está en su capacidad para dar sabor a la vida. Ésta es su dignidad.

No idealizo el ocio. No lo concibo como un elixir capaz de liberarnos de las dificultades de la existencia. Pero tampoco  me siento cómodo con una especie de determinismo implícito según el cual el ocio, siempre y como única opción, es  un simple medio para un fin superior: cargar pilas para volver al trabajo. Que está bien como simple distracción, pasatiempo, sedante, liberador de tensiones, pero no tiene valor por si mismo, no tiene relación con el cultivo consciente y constructivo de las diferentes facultades humanas. Me  gusta presentar Mallorca explorando las posibilidades que hay más allá de esta noción fija y limitante del ocio.